Espacios Queer: hábitats para la diversidad
Exploramos el concepto de los espacios queer, lugares que desafían las normas tradicionales y ofrecen un refugio para la comunidad.
Hola, ¿Qué tal? Somos Pat y Vif, nos entusiasma compartir cómo el diseño y la arquitectura mejoran tu vida, además te presentamos proyectos hechos por mujeres.
Las palabras "espacio" y "queer" se entrelazan, creando un concepto que va más allá de la definición literal. "Espacio" nos remite a lugares físicos, a dimensiones tangibles, mientras que "queer" desafía las normas, desdibuja las categorías y se apropia de la fluidez. Juntas, estas palabras nos hablan de lugares que no solo albergan cuerpos, sino que también albergan identidades, emociones y experiencias diversas.
"Queer" nace de la lengua inglesa antigua como un insulto para referirse a lo extraño, lo diferente. Sin embargo, a finales del siglo XX, la comunidad LGBTQIA+ retomó el término, resignificándolo como un símbolo de orgullo y autoafirmación. Hoy en día, "queer" se utiliza como un paraguas que engloba a todas las identidades.
En este encuentro etimológico, nace la idea de los espacios queer. Lugares físicos o virtuales que se crean como un refugio para aquellas personas que no encuentran cabida en la heteronormatividad. Son espacios donde la diversidad se celebra, donde las identidades no binarias son bienvenidas y donde la expresión individual se fomenta sin miedo a la discriminación.
La arquitectura y el urbanismo han explorado el concepto de lo queer. Se trata de diseñar espacios que desafían las normas tradicionales y que respondan a las necesidades de las comunidades LGBTQIA+.
Y entonces.
Hay bares y clubes que ofrecen, además de un espacio de distención, un refugio a la discriminación y la violencia. Emblemático es Stonewall Inn, en New York, una edificación construida en 1846, inicialmente como establos, luego como restaurant y convertida en bar gay en 1967. Germen de los derechos homosexuales, hoy es un monumento nacional.
Hay casas no heteronormativas, como la E.1027 de Eileen Gray y Jean Badovici, ubicada en el sur-este francés, “una casa llena de secretos, de huecos en las paredes, pasajes secretos y hendiduras tentadoras”, así la describe Katarina Bonnevier en su análisis queer, una casa que acogía una vida aún en el closet y que preservaba la intimidad de quien la habitaba, por eso su fachada principal tiene vistas controladas con vanos cubiertos por persianas y celosías, sus espacios más íntimos (como las habitaciones) están ubicados en la planta baja, con acceso directo al jardín trasero y con vista al mar.
Hay barrios que acogen a la comunidad y todo su espectro. Desde la década de los 70s en determinadas zonas urbanas se concentran nuevas formas de habitar la ciudad, a través de la visibilización, la seguridad, la apropiación.
Y hay centros comunitarios, como el Centro LGBTIQ+ de la ciudad de Mérida en Venezuela (nuestro hometown), el primero y, hasta la fecha, único en el país. Un lugar tan queer como seguro, donde se presta asistencia a la comunidad y su familia, se hacen manifestaciones artísticas y activistas. Un espacio que precisa de nuestra ayuda para mantener la edificación en la que desarrolla toda su obra social.
Acá podrás acceder a la campaña de recaudación de fondos para el Centro.
Sin embargo, la realidad es que muchos espacios no son ni siquiera “friendly” con lo queer, dando pie a la incomodidad, al silencio y en el peor de los casos, a la negación.
Cuando los espacios no responden a nuestra identidad, cuando tampoco la respetan, se genera una profunda incomodidad. Sentimos que no pertenecemos, que no hay lugar. Esta sensación de exclusión tiene impacto negativo en la salud mental y bienestar.
Normalmente nos movemos cuando sentimos incomodidad buscando una mejor vida, donde nos acepten como somos y podamos ser libres.
Al conmemorar el pride reflexionamos sobre el desplazamiento que ha vivido la comunidad LGBTQIA+ a lo largo de la historia, buscando refugio en otros lugares, en ciudades más "amables".
Emblemáticas son las movidas de Harley Milk y Chavela Vargas, quienes abandonaron su lugar de nacimiento para salvaguardar su identidad en otros lares. Milk terminó viviendo en San Francisco y ambos son ahora símbolos de la liberación sexual. Chavela se habría desplazado desde Costa Rica a México porque "huía de los rumores en un pueblo que no entendía que una mujer usara pantalones".
Al diseñar lugares que celebren la diversidad y la fluidez de la identidad, podemos contribuir a construir una sociedad donde todas las personas puedan sentirse seguras, respetadas y valoradas.
En Dosis nos apasiona crear espacios que sean auténticos, inclusivos y que celebren la diversidad. Entendemos que tu espacio no es solo un lugar físico, sino un reflejo de tu persona, tus valores y tu comunidad. Si estas por crear un espacio en donde la la diferencia no es motivo de exclusión, sino de celebración, cuenta con nosotras.
Rebecca. La Mujer Coolta
Rebecca Brooker es una mujer que se identifica como queer, diseñadora y haitiana viviendo en Buenos Aires, sí, otra que se movió, y no ha sido la primera vez, pues antes ya había vivido en New York.
Rebecca disfruta construir comunidades de creativos para conectar y crear nuevas oportunidades; es por eso que crea, junto a John Hanawalt, Queer Design Club, que inicia en el 2019 como una comunidad en Slack y que de momento ya tiene más de dos mil miembros en 30 países diferentes.
El objetivo de QDC es mostrar el trabajo que hacen sus miembros, generar alianzas y conexiones en un espacio seguro, libre de prejuicios; así como un centro LGBTIQ+, pero digital.
Estudio Dosis, en pro del bienestar y la ética.
En DOSIS diseñamos espacios saludables que promueven el bienestar físico y mental, y creamos productos respetuosos que aportan valor. Si esto resuena contigo, podemos ser tu team de diseño.