Rehabitar después del trauma
Cómo los desastres naturales transforman nuestro sentido de pertenencia, y por qué la neurociencia puede guiarnos en la reconstrucción de espacios que sanen cuerpo, mente y comunidad.
Hola, somos Pat & Vif, par de mujeres enamoradas del diseño y la arquitectura. Encontramos en nuestras profesiones una forma de (re)pensar, cuidar y favorecer la vida. Convencidas de eso entregamos Dosis de Diseño.
Cuando emigras, el concepto de hogar se transforma en algo así como una plastilina en gel, de todos colores, flexible, moldeable… se siente como cuando sales de casa de tus padres por primera vez, cuando decides dejar tu primer nido. Tienes el sentimiento de estar en un océano, donde no hay costa alguna a la vista, hasta que eventualmente conviertes en hogar el nuevo espacio que habitas. Cuando emigras, tu hogar se convierte en tu maleta, el sofá que te recibe, el pedazo de plástico que ahora usas para pagar o pasar el torniquete del metro. El concepto de hogar se deconstruye a tal punto que, a veces está en todos lados y otras veces ni lo encuentras.
Algo parecido -y aún más grave- sucede cuando te toca vivir un desastre natural, y con él, la pérdida de tu casa, ese espacio al que sueles llamar hogar por el simple hecho de que allí te criaste, allí convives con tu familia, allí tienes tus tesoros más preciados que has coleccionado durante toda tu vida, allí sientes confort y seguridad.
Pensando en la tragedia ocurrida en Mérida en junio de este año (2025), y en donde ocho mil familias del páramo merideño, -muchos de ellos agricultores, campesinos- perdieron su hogar, y viendo cómo progresivamente han reubicado a estas personas en edificios residenciales en plena ciudad, quiero traer a colación una investigación que ha desarrollado Marta Delgado -una de mis queridas profes de neuroarquitectura-, llamado “Home is Restauration”, donde describe una serie de factores que afectan de manera negativa y positiva el hecho de ser reubicado después de perder tu hogar a causa de un desastre natural.
El concepto de “hogar” es único en cada persona, pero pudiésemos resumirlo en algo así como una suma de entorno familiar + seguridad + confort. Y es que, precisamente, los “atributos del hogar” que Marta concluye en su investigación, se basan en:
Seguridad y control
Reflexión de las propias ideas y valores
Actuar sobre la propia vivienda y modificarla
Permanencia y Continuidad
Relaciones con familiares y amigos
Centro de Actividades
Refugio del mundo exterior
Indicador de estado personal
Estructura del material
Lugar para poseer
Si bien algunos de los desastres naturales no los podemos preveer, como fue el caso de la tragedia ocurrida en Mérida, sí que podemos actuar en consecuencia de una manera beneficiosa para la salud física y mental de los afectados, basándonos en la neurociencia y en políticas de reubicación, de la siguiente manera:
Acceso a viviendas adecuadas y saludables
Según el estudio, garantizar que las nuevas viviendas sean apropiadas tanto física como emocionalmente es crucial para prevenir efectos negativos en la salud tras la reubicación.Participación activa de las personas afectadas
Involucrarlas en las decisiones sobre dónde y cómo se reconstruyen sus hogares favorece el sentido de control y pertenencia, facilitando una mejor recuperación.Sentido de “hogar” y restauración emocional
El paper destaca que sentirse en casa activa reacciones del sistema nervioso parasimpático, promoviendo relajación y bienestar; un espacio sin estas señales podría impedir la recuperación de las personas, y por ende, su bienestar .Evaluación integral del entorno
Realizar encuestas (como la que comenta Marta en el paper) permite captar aspectos físicos, psicológicos y sociales necesarios para recrear un entorno restaurador.Diseño centrado en la neurociencia y cognición
Aplicar principios de neurociencia, considerando cómo estímulos ambientales afectan al cuerpo y la mente, mejoraría los procesos de adaptación y equilibrio emocional de cada uno de los afectados.Coordinación institucional y marco normativo
Es importante que existan políticas claras y coordinación entre autoridades y actores locales para garantizar que las viviendas y servicios cumplan estándares y faciliten bienestar.Enfoque en bienestar a largo plazo
La reubicación no solo debe asegurar un techo, sino también preservar la salud mental, redes comunitarias y calidad de vida, evitando secuelas prolongadas.
Tomar estos factores en cuenta, por mencionar algunos podría reducir la posibilidad de estrés, ansiedad, crisis, al momento de reubicar las personas, ofreciéndoles una posibilidad un poco más humana de volver a tener un hogar.
El hogar no solo nos cobija físicamente, también regula nuestros ritmos internos. Es en él donde nuestras rutinas cotidianas, los vínculos afectivos y los espacios familiares ayudan a equilibrar nuestro sistema nervioso, influyendo directamente en nuestro bienestar emocional y mental. La neurociencia nos hace saber que el entorno en el que habitamos impacta profundamente en cómo nos sentimos, cómo pensamos y cómo nos reconstruimos. Por eso, cuando una familia pierde su hogar, no pierde solo un techo, pierde una red de apoyo esencial para su estabilidad y su identidad. Es momento de acompañar, de cuidar y de ayudar a restaurar no solo espacios, sino también vidas.
En una próxima dosis hablaremos de posibles soluciones para reconsruir toda esta red que se ha desmoronado en tantas familias de Mérida.
Y si quieres echarle un vistazo al paper de Marta Delgado, puedes hacerlo a través de este enlace: https://papers.ssrn.com/
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