Del montón al mito
Reflexiones sobre las decisiones de diseño de los objetos: los masificados, los que duran toda una vida, los hechos por manos expertas y los míticos pineados en Pinterest.
Hola, somos Pat & Vif, par de mujeres enamoradas del diseño y la arquitectura. Encontramos en nuestras profesiones una forma de (re)pensar, cuidar y favorecer la vida. Convencidas entregamos Dosis de Diseño.
Para meternos en asunto imagina estos escenarios: la decepción por el producto que recién compraste y no tiene la calidad deseada; la confianza por ese buen objeto, bien porque te ha acompañado por años o sabes el trabajo que tomó hacerlo; y el deseo por el “objeto de diseño”, tan emblemático, tan mítico, tan inalcanzables.
Cada uno de esos escenarios responde a decisiones de diseño distintas.
Todo objeto está pensado: hay objetos diseñados para producirse en masa, otros que nacen del cuidado de manos expertas y otros que se convierten en íconos.
¿Qué determina esas diferencias? ¿Y qué impacto tienen?

Diseño para las masas
🧯 Lo útil, lo barato, lo que dura poco.
Cuando un objeto está hecho para la gran masa, las decisiones detrás de su diseño suelen responder más a los números que a las personas y mucho menos al medio ambiente. Se busca optimizar: tiempo, materiales, procesos, empaque, transporte, margen. Ha de ser rápido, eficiente y, sobre todo, muy rentable.
En ese camino, algo se pierde: la experiencia de uso y la sostenibilidad.
Eso no significa que todo lo masivo sea malo. Hay buenos diseños pensados para millones de personas. Pero en muchos casos, la urgencia por sacar un producto al mercado le gana al deseo de que ese objeto acompañe, resista, evolucione.
Diseñar para muchos no debería implicar diseñar sin alma. Pero ocurre, porque el foco se desplaza: del usuario al stock, de la solución a la ganancia, del pensamiento al atajo.
Y, sin embargo, ahí estamos, usando esas cosas todos los días. A veces porque es lo que hay, otras porque no sabemos que existe algo mejor.
Son los que nos hace pensar en el coste que supone lo barato.
En contraparte hay:
🧱 Lo que está hecho para quedarse
Son productos industriales, diseñados en serie, valiosos y duraderos, verdaderos compañeros de vida: aguantan el uso, el tiempo y hasta el olvido. Son los que no decepcionan.
Se diferencian por haber sido concebidos para sostenerse en el tiempo. Porque alguien o un equipo tomó decisiones consientes para que así fuera: se eligió buenos materiales, se pensó en el mantenimiento y la reparación.
Estos objetos son sostenibles. No necesitan ser reemplazados a la primera falla, no siguen tendencias efímeras, no están hechos para romperse en un par de años. Tampoco necesitan ser caros. La clave está en la calidad de las decisiones, no en el precio final. Es el tipo de diseño que busca equilibrio entre lo accesible y lo digno, entre lo útil y lo honesto.
Son los que se heredan, los que se reparan en vez de botarse.
Cuando algo se produce para ser fiable, se agradece.
Diseño para quien lo elige
🧵 Lo que se hace con tiempo (y con nombre propio)
Hay objetos que se sienten distintos desde el primer uso, porque hay una intención clara detrás: alguien los pensó con detalle, los diseñó con compromiso, los hizo sin apurarse.
Ese es el caso de los productos de tiraje corto, de autor, artesanales. Los que tienen procesos visibles, huellas humanas, decisiones cuidadas. No son perfectos, y ahí está parte de su belleza. No buscan llegar a todos, sino a quienes los elijan con conciencia.
En este tipo de objeto, el “cómo” pesa tanto como el “qué”. Importa el material y la forma en la que se trabaja; su función y también su historia.
Hay algo de resistencia en crear así, casi político: negarse a lo inmediato, a lo descartable.
Son los que nos enseñan que el diseño es ética, es vínculo, es tiempo.
🪑 Lo que no tenemos, pero nos inspira
Hay objetos que nunca hemos tocado, pero sabemos que existen. Viven en museos, en libros, en los tableros de Pinterest. Son las sillas de los Eames, la vajilla de los Vignelli o la estantería de Dieter Rams. Objetos convertidos en íconos, tan reconocibles y costosos como una obra de arte.
Aspiramos a ellos porque son piezas que condensan inteligencia, intuición, técnica y estética. Quizá no fueron pensados para impresionar, pero terminaron inspirando. En sus inicios algunos llegaron a las masas, con el tiempo se convirtieron en símbolos.
Basta con observarlos para entender qué los hace memorables .
Son los que trascienden su función, los que se estudian.
Concluyendo.
Detrás de cada objeto siempre hay decisiones de diseño que impactan. Algunos productos se hacen para durar, otros para vender rápido, y unos pocos para inspirar. La clave está en afinar la mirada y elegir con conciencia: valorar lo que nos acompaña, cuestionar lo que descartamos y reconocer el trabajo de las cosas bien hechas.
En Dosis el bienestar y la ética es el eje rector en lo que desarrollamos. Si esto resuena contigo, podemos ser tu team de diseño.
Muy buena reflexión la verdad. Diseñar bien pensando en la durabilidad, mantenimiento y uso es la clave para una buena base de diseño, a esta base tenemos que empezar a asumir la sostenibilidad de los diseños, aprovechando bien los materiales y su ciclo final de vida para poder segregarse y reciclar cada material.
Pero hay una parte importante que no depende de los diseñadores, sino en el cliente, y esa parte de responsabilidad social con el diseño debe reflejarse con el pagar más por ese diseño y en evitar cambios por mala definición inicial o no tener las cosas claras.
Estos cambios impactan mucho en los proyectos y hace que sean menos sostenibles en el cómputo global.
Qué necesario este tipo de reflexión en un mundo saturado de objetos sin ningún tipo d alma! Me hace pensar que diseñar bien no es solo una cuestión estética o funcional, sino casi un acto de responsabilidad: con quien lo usará, con quien lo fabricó y con el planeta que lo sostiene..